Cuando llega septiembre arranca el nuevo año para la mayoría de la gente, porque es ahora con el inicio del curso escolar, la vuelta al trabajo tras las vacaciones y la interminable lista de nuevos propósitos, cuando sentimos que empieza algo diferente. Nos vamos despidiendo del buen tiempo, de la playa, de las sandalias y de los vestidos sin medias.
Lo malo es cuando el cambio de tiempo llega de repente y a traición, sin margen de reacción, confabulado con los meteorólogos que la noche anterior te prometían con su mejor sonrisa, y señalando soles como panes, que el buen clima nos acompañaría una semana más.
A la mañana siguiente tú sales temprano a trabajar y notas que hace más fresquito de lo habitual, con la piel de gallina y los dientes castañeteando sigues confiando en que poco después la temperatura subirá. Pero cuando a las 8:45h se abre el cielo y empieza a llover como si no existiese el mañana tú te acuerdas de Florenci y su pronóstico, tan mona que vas con tu vestidito vaporoso y en sandalias de tiras.
Pero ese día sobre todo te acuerdas de tu madre, que va de camino al colegio con tu hijo, y no sabes si habrá tenido tiempo de reacción ¿habrá visto como esa pequeña nube se ha convertido en la más absoluta oscuridad antes de salir de casa?
No. Por supuesto que no, porque es una buena persona que se cree lo que escucha en la tele y la radio. Porque si han dicho que hará bueno no se plantea coger chubasquero, paraguas y botas de agua, que váyase usted a saber donde están desde mayo que dejó de llover.
Pues ahí tenéis a la abuela, a medio camino, sin saber que hacer, tapando con su bolso la cabecita de la fiera mientras les cae encima lo que no está en los escritos.
Mientras tanto mi hijo vive su momento Pepa Pig, feliz y contento saltando charcos y dejando que la lluvia le empape. En casa huye de la ducha como del demonio, pero claro, la lluvia tiene un encanto que no le da la alcachofa de casa.
Y aparece un barrendero, de ahora en adelante "bendito barrendero", que estaba refugiado en algún portal y al ver la escena se apiada de mi familia.
Gentil caballero donde los haya les ofrece dos bolsas de basura (sin usar) para que se protejan un poco.
Ante su pregunta sobre cómo prefieren que se las coloque mi hijo no lo duda - a mi como la capa de Superman. Y "bendito barrendero" le hace una capa con capucha que nada tiene que envidiar a los DIY de disfraces que te encuentras en la red.
Raudo y veloz le prepara a la abuela un poncho a lo Chavela Vargas, que total el pelo ya lo tiene perdido.
Y allá que se van los dos caminito a la escuela con sus impermeables caseros, que por lo visto causaron sensación y se están poniendo de moda en el barrio, porque el negro es tendencia este año.
A "bendito barrendero" solo puedo decirle ¡¡ MUCHAS GRACIAS !!
Por supuesto hubo que pagar el precio de aquel momento "cantando bajo la lluvia" y ya andamos con toses, mocos y Apiretal.
Por supuesto hubo que pagar el precio de aquel momento "cantando bajo la lluvia" y ya andamos con toses, mocos y Apiretal.
Espero que esta entrada sirva de humilde homenaje al colectivo de barrenderos que recorren kilómetros diariamente para mantener limpias nuestras calles, y para quienes no lo hayáis visto os dejo un vídeo muy divertido que es otro ejemplo de como alegran el día a nuestro niños.
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