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domingo, 8 de diciembre de 2013

Estoy criando un Friki

Pues nada, aquí estoy de nuevo (Papá de Guindilla) para contar algo que lleva un tiempo rondándome la cabeza.
¿Estaré convirtiendo a mi hijo en un pequeño friki?

Según pasa el tiempo mi hijo va definiendo poco a poco que cosas son las que más le gustan y sospechosamente se está convirtiendo en un mini-yo. Sus cosas favoritas son:
-    Muñecos de superhéroes
-    Videojuegos
-    Comics de superhéroes
-    Star Wars y todo lo que le rodea

Evidentemente soy una mala influencia. Mientras su madre le lee cuentos, utiliza juegos educativos y hace puzzles, yo me dedico a hacer luchas de espadas, le leo comics, y cada vez que viene a mi despacho acabamos sacando los videojuegos de las estanterías para repasar los títulos. Solo hay que vernos cuando tenemos que comprarle algo a guindilla, siempre acabamos discutiendo entre coger un puzzle de El Principito o un álbum de pegatinas de Batman.

Las preguntas que me hace mi hijo en la bañera no son las típicas de un niño de 4 años. Sus preguntas son del tipo ¿por qué no envejece el Capitán América? ¿por qué Hulk destruye cosas? Y sobre todo está obsesionado por saber cuanto de alto saltan todos los personajes ¿?. 
Os juro que a veces tengo que darle largas porque no se que contestar. Se piensa que soy una enciclopedia de super héroes. Preferiría que me preguntara de donde vienen los niños o cosas así, para esa pregunta si estoy mentalizado, y ya tengo unas cuantas respuestas preparadas.

Para no cargar yo con toda la culpa os diré que tengo mucha ayuda de familiares y amigos. Mis hermanos, por ejemplo, siempre le regalan camisetas y juguetes de superhéroes. 
Algunos amigos tan “frikis” como yo también colaboran comprándole disfraces de Star Wars y juguetes lego de esta saga.
Hablando de disfraces, este amigo organizó para el cumpleaños de su hija una fiesta de disfraces, y claro, apareció con un disfraz de Darth Vader hecho por el mismo, y mi hijo de soldado clon, vaya pareja que hacían.
En fin, que no soy yo solo. Incluso en ocasiones gente que no es friki habitual (tías, primas...) le regalan pijamas de Spiderman porque saben que le gusta. Al final todos ponen su granito de arena.

Reconozco que a veces me da apuro pensar que mi hijo, que aun no se sabe todas las letras del abecedario, conozca todos los nombres y poderes de Los Vengadores. O pensar que con 3 años se terminó su primer videojuego.

Todo esto que cuento explica en parte por que nos gusta jugar en el parque a lanzar y esquivar bombas como si fuésemos héroes de acción.

Menos mal que la madre de Guindilla nos pone el contrapunto y nos aporta otro tipo de actividades, que aunque no son tan divertidas son más convencionales. Así al menos me queda la esperanza de que mi hijo herede alguna afición aburrida de su madre y no todas las mías.

Ah, también le doy las gracias por impedir que le pusiera a mi hijo de nombre Aragorn o Anakin, aunque reconozco que esos nombres aun me parecen interesantes.



jueves, 10 de octubre de 2013

y tú ¿cómo te llamas?

Cuando supe que iba a ser madre una de las cosas que más difícil me pareció fue elegir el nombre de mi hijo.
Muchas pensareis, pues qué tontería, si yo lo tenía o lo tengo clarísimo que se va a llamar…
No era mi caso.
Lo que sí tenía muy claro era que debían de cumplirse una serie de requisitos:

1º. Un nombre que no existiese ya en la familia. Por supuesto nada de llamarle como al padre, que luego tienes que contestar el teléfono con la eterna pregunta  ¿Pepito padre o Pepito hijo? O peor aún, decides divorciarte y encima que el jodío niño es un clon de su padre lleva el mismo nombre. 

2º. Un nombre que no estuviese de moda y con el que no corriese el riesgo de que media clase se llamase igual.
Esto no me salió muy bien. El día que fuimos al registro a inscribirle la señora funcionaria que nos atendió al oír el nombre de mi vástago nos dijo “qué gracia, llevo 20 años trabajando aquí y nunca había inscrito a ningún niño con ese nombre, y hoy ya es el segundo”.  Se me pusieron los pelos como escarpias.  
Antes de un mes conocía 3 niños en el parque con el mismo nombre y la misma edad. Y yo que pensaba que habíamos sido súper originales.
El primer día de cole me puse a discutir con la profesora porque había pronunciado mal el nombre de mi hijo, hasta que me di cuenta de que había otro niño cuyo nombre es tan similar que se pronuncian prácticamente igual.
Esto me pasa por querer ser innovadora.

3º. Un nombre NO compuesto.  Nada  de Froilán de todos los Santos, Estela del Carmen, ni cosa parecida. Los culebrones han hecho mucho daño en este sentido.

4º. Un nombre que nos gustase al padre y a mí.
Esto fue sin duda lo más difícil de todo.  Durante tres meses (a partir de tener confirmación del sexo) empezamos a seleccionar  nombres pero sin llegar a ningún acuerdo. Cada uno tenía una lista, y nos dedicábamos a tachar los nombres que no nos gustaban de la lista del otro. 
Lo peor de todo era que mi chico se dedicaba a hacer rimas soeces con todos los nombres que a mí me gustaban.
Dos libros de nombres después (uno que me regaló una amiga y otro que me regaló el padre de la criatura), y tras averiguar como se decía “río de la vida que trae la felicidad a casa” en veinte idiomas distintos, decidimos que YAGO molaba. Sencillo, sonoro, poco oído (o eso pensábamos en aquel momento) e inexistente en la familia. Combinación ganadora.

Ahora cuando alguien le pregunta como se llama nos lleva cinco minutos hacer entender que no es Diego ni Santiago, aunque suene similar o el origen sea el mismo. Vamos, que si lo llego a saber le pongo Manolo y listo. 

Pero hay historias realmente divertidas sobre la elección de un nombre.
En mi caso fue una promesa a la Virgen  de Lourdes por parte de las abuelas (un embarazo difícil).  Todo un clásico.

Otro clásico es el robo de nombres a amigos o familiares que lo tienen más claro que tú. Lo oyes, te gusta y lo copias. Así de bonito.

También está la pasión musical, que te lleva a llamar a tu hija Madonna  o Rolling.

Por supuesto la influencia televisiva es grande, ¿cuantas  Jimenas conocéis a raíz de Pasión de Gavilanes?, y ¿quién no tiene una princesa Sofía en su clase de 2º de primaria?

Mis favoritos son los nombres místicos, fruto de una noche de fumeque raro por parte de los padres;  Alma,  Luna, Gálata…

Con los que no puedo son con los de saga. Como el tatarabuelo, el bisabuelo, el abuelo y el padre se llamaban Olegario, pues el nene tiene que seguir cargando la cruz.

Me reafirmo   ¡¡ qué difícil esto de poner nombre a un hij@ !! 
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