Para que os hagáis una idea hablamos de máximo 6 horas, y la mayoría de noches no del tirón. Una ruina para sus agotados padres. Mas teniendo en cuenta que somos super dormilones, de los de 12 y 13 horas si nos dejan (que ya no nos dejan).
Desde su punto de vista dormir es una absoluta pérdida de tiempo. Un sueñecito de 3 horas le carga las pilas para las siguientes 24 horas,y encima con un delicioso y simpático despertar.
Sus primeras palabras a las 6:30 h. a.m. cuando viene a despertarnos (desde hace casi 4 años no necesito despertador) suelen ser... - ¿mami jubamos?
- mami despierta que ya es de día, o -mami levanta que quiero merendar (todavía no nos aclaramos mucho con los diferentes tipos de comida).
Pero las malas madres si de algo podemos presumir es de nuestra capacidad de venganza, y cuando te dan la oportunidad no la desaprovechas.
Mi querido retoño empezó el 1 de junio la jornada intensiva, pero en lugar de irse a la una con sus abuelos a comer para luego echarse la siesta, tiene que sufrir las malas artes de su madre.
De 13 a 15 h. comedor sin siesta, de 15 a 16 h. ludoteca (lo que viene siendo cómo mutar el color de una camiseta blanca en harapos en solo 60 minutos. El babi bien guardadito en la mochila, que los niños pasan mucho calor). Y para rematar la faena de 16 a 17 h. multideporte. Carrerita va, carrerita viene con la caló que ya tenemos.
Cuando vamos a recogerle al cole es todo un espectáculo. Niños apiñados contra las rejas de la puerta suplicando por agua. Si no fuese tan mala madre me darían un poquito de pena.
Pero ahí no acaba su suplicio. El resto de la tarde buscamos mil y una formas de mantenerle despierto, ya sea corriendo por el parque, dándole pellizquitos de monja, o alguna que otra descarga eléctrica (Sr. Defensor del Menor por favor no lo tome como algo literal, suelo tender a la exageración).
Por supuesto en el parque aprovecho para intercambiar técnicas con mis amigas malas madres, porque lo complicado después de tanta actividad es que no se duerman de pie.
Precisamente eso nos ha pasado hoy. Nos hemos confiado, nos hemos sentado en una terraza a tomar un helado y aquí tenéis el resultado.
Sí, lo confieso, gracias a este innovador sistema de tortura llevo dos semanas disfrutando de una rara experiencia, un niño de casi 4 años que duerme por primer vez 8 horas seguidas, y a las 11 de la noche no sigue batallando.
Mientras él duerme su padre juega a la consola por primera vez en meses y su madre escribe este post.
Mala madre, sí, pero feliz y descansada.
Este post participa en la Fiesta de Blogs de Blanche´s Blog.
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