Como sabéis, en casa no somos nada aficionados a los parques, y por esa razón el papá y yo tenemos repartidos los días en que nos toca sufrir tormento.
Personalmente lo llevo mejor desde que hago botellón con mis amigas madres del parque, pero no siempre coincidimos.
En ocasiones vamos al parque más próximo a casa en el que todavía no tengo amigas, y en el que venía observando una conducta extraña entre los compañeros de juegos de mi hijo.
Últimamente cuando bajo a dicho parque con mi hijo el resto de niños me mira con decepción, lo que me tenía bastante desconcertada teniendo en cuenta que todavía no saben leer y es materialmente imposible que conozcan este blog.
El remate fue el otro día, cuando dentro de la discreción que caracteriza a los niños de 3 años uno se acercó a mi hijo para preguntarle que donde estaba su padre, y por qué no había bajado.
Esa popularidad repentina de mi chico entre los infantes me resultaba desconcertante a la vez que incomprensible.
Tras mucho indagar descubrí el origen de ese interés. Resulta que un día comenzó a jugar a super héroes con mi hijo, y como no sería de entretenida la historia que se le fueron uniendo niños/personajes a la aventura, a la vez que extendían el decorado a otras zonas del parque, hasta acabar superando los guiones de George Lucas en sus mejores tiempos.
Como os podréis imaginar ahora los niños esperan ansiosos la continuación de la saga que se han montado, y cuyos capítulos solo se celebran 2 tardes por semana.
Por mi parte, como no quiero ser menos, estoy formando un grupo con las niñas del parque a lo Sexo en New York, y charlamos de los novios de nuestras barbies, los manolos recién adquiridos, y de los diseños de alta costura que les hacen las abuelas. Por cierto, ¿sabéis lo ultimo de Kent?
Estoy deseando que aprendan a leer para pasarles las direcciones de mis blogs favoritos de moda, salud y belleza.
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