domingo, 21 de abril de 2013

¡¡ Y yo con estos pelos !!


Una buena madre hace maravillas con unas tijeras. Corta patrones para confeccionar vestidos y camisas a sus hij@s,  recorta cartulinas de colores para hacer manualidades, e incluso les corta el pelo a sus descendientes sin necesidad de ayuda ajena. 
Yo con las tijeras solo corto las etiquetas de la ropa nueva, y en la mayoría de los casos dejo un agujero tras esta complicada operación, que luego le toca remendar a la abuela. 

Lo cierto es que siempre me pareció tentador y aparentemente sencillo el tema de cortar el pelo, pero mi sensata cobardía me ha impedido acercar unas tijeras a la cabeza de mi hijo hasta la fecha. Lo más cerca que he estado nunca de esta situación fue en octubre, cuando al mes y medio de comenzar el cole descubrimos con horror que el canijo tenía piojos, argggg qué asco solo recordarlo.  Ya me está picando todo el cuerpo. 

Claro, una buena madre sabe que esta posibilidad existe, y conoce un chisme llamado liendrera y una sustancia llamada esencia del árbol del te.Yo por supuesto ignoraba ambas cosas. A lo más que llegaba era a tararear la cancioncilla del anuncio de Filvit de cuando yo era niña, ya sabéis, "Filvit champú, Filvit mamá, para no tener que volverse a rascar", o algo así. 

El caso es que esa mañana horrorosa lo único que se me ocurrió fue mandar a trabajar al padre, avisar en mi trabajo de que estaba en cuarentena y no podía acudir por riesgo de epidemia,  y llamar al abuelo que presto y raudo llegó con su maquinilla (el abuelo es muy apañado y lleva años cortándose el pelo solo).
Después de dejar a mi hijo más preocupado por la pérdida del hogar de sus indeseables invasores que por parecerse al "Niño del Pijama de Rayas" prometí que aquello no volvería a sucederme y que en cuanto pudiese le dejaría largo el pelo. 

Via. Fashion Kids
Ayer le confundieron con una niña, y decidimos que había llegado el momento de pasar por la peluquería. Una mamá me habló de una pelu exclusiva para niños que acaban de abrir en el centro comercial del barrio, y allá que fuimos. 
Ha sido todo un descubrimiento. Al niño le montan en una silla/coche y le ponen dibus, o le dan la opción de jugar con la vidioconsola, mientras en tiempo récord le cortan el pelo sin que se de ni cuenta.  Cuando terminó la peluquera mi hijo seguía jugando y sin intención de bajarse de la silla. La cola de niños ansiosos y madres enfadadas nos obligó a sacarle en volandas, previo pago de la factura y con un regalito sorpresa. 

Me encantaría conocer a quien se le haya ocurrido este negocio porque es un/a genio. 

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