Hace tres meses os anunciaba que había sido mamá, y batiendo
todos los records posibles no ha esperado ni un año para incorporarse a nuestro
ranking de la Peor Madre del Año.
Dar a luz mellizos en un parto natural, y sin epidural, no es
nada fácil y denota un carácter fuerte y decidido.
Tener dos bebés recién nacidos y prohibir a las visitas que
los cojan en brazos, para que no se mal acostumbren, te destaca como una
perfecta candidata a la peor madre del año.
El día que fuimos a conocer a sus retoños quedamos cuatro
amigas. Mandamos a una de avanzadilla porque vivía más cerca, y cuando llegamos
el resto nos encontramos la siguiente escena: nuestra amiga que llevaba allí un
rato, con la nena en brazos, abriendo la puerta, mientras su hermano dormía
plácidamente en su cuco, y con cara de
circunstancias porque la madre se había dado a la fuga sin apenas
explicaciones.
Por supuesto aprovechamos su ausencia para pasarnos de brazo
en brazo a la pequeñaja.
Tras un rato de incertidumbre, sin saber muy bien si avisar
a la policía o sentarnos a esperar,
llegó la osada madre. Fue tal el alivio que sentimos que no nos
atrevimos a preguntarle de dónde venía. Igual fue a pagar una multa, a comprar
el pan o a la pelu, lo mismo daba, lo importante es que estaba de vuelta.
Según nos vio con la niña en brazos nos la quitó y la volvió a acostar. Aprovechamos para interrogarla sobre su sistema de crianza ya que los dos bebés permanecían despiertos y tranquilos cada cual en su cuco.
Según nos vio con la niña en brazos nos la quitó y la volvió a acostar. Aprovechamos para interrogarla sobre su sistema de crianza ya que los dos bebés permanecían despiertos y tranquilos cada cual en su cuco.
Su filosofía se resume en “ningún niño se ha muerto por
llorar”, y doy fe de que los suyos lo han asimilado y ya conocen la firmeza inquebrantable
de carácter de su madre. Más buenos no pueden ser.
Esperan pacientemente su
turno para comer, para expulsar los gases, para bañarse, sin llantos y sin
exigencias.
Nosotras, además de malas madres somos amigas desobedientes,
así es que aprovechamos todos los despistes para coger a los bebés y acunarlos,
hacerles rorros y demás zarandajas.
Resignada a nuestra rebeldía la madre nos
dejó. Eso sí, quedamos amenazadas de muerte si a esos dos se les ocurre haber
aprendido el mal vicio de los brazos por culpa de nuestra visita.
No he conocido madre primeriza, de mellizos, más tranquila y
capacitada que ella.
Vero, de mayor quiero ser como tú, eso sí, no te libras y
eres la
aspirante nº 11 al premio a la Peor Madre del Año.
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